Por Pedro Campos
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Cuando tu mente se sature de preocupaciones, detenete un momento y preguntate: ¿Es útil preocuparme?

Si tu respuesta es sí (si efectivamente preocuparse sirve de algo), entonces asegurate de convertir esa preocupación en una acción.

¡Hacé lo que tengas que hacer para resolver el problema en cuestión!

Pero si la respuesta es no, si preocuparte no sirve de nada, entonces intentá soltar esa preocupación. Simplemente dejalo ir, aceptando que no tenés el control sobre el problema.

Liberate de esa preocupación, permití que suceda lo que tenga que suceder.

Reconocé que no podés controlarlo todo. No podés controlar a las personas, no podés controlar el futuro. La vida es demasiado impredecible como para anticiparse a lo que pueda pasar.

Sé que no es fácil, pero con la práctica puede lograrse poco a poco.

Cada vez que llegue una preocupación, preguntate:

¿Esta preocupación es útil?
y luego decidí si lo que necesitas es actuar o soltar.